martes, 2 de junio de 2009

Algo de Historia...


El 21 de agosto de 1983, los delfines jugaron el primer partido de su historia. Hoy, ante Huachipato, cumplirán un millar de compromisos oficiales en el fútbol profesional.

Apenas el reloj marcó las 15.30 horas del domingo 21 de agosto de 1983, la historia de Puerto Montt registró un nuevo hito: el debut en el fútbol profesional del equipo que desde entonces ha representado a la ciudad. A 600 kilómetros de distancia, en el estadio Municipal de Concepción, el primer conjunto porteño hizo su estreno en el campeonato de Segunda División. Y contra todo pronóstico, el club que había sido fundado apenas hacía tres meses y dos semanas, el 6 de mayo, consiguió una sorpresiva victoria por 2-1. Un nacimiento prematuro, pero exitoso.

Los que llevan los colores blanco y verde en el corazón recordarán que ese día Sergio Navarro (seleccionado del Mundial del 62) era el técnico, y Heriberto Soto el preparador físico. Que al minuto 16, el puntero izquierdo Jorge Cordero marcó el primer gol puertomontino y que a los 87' Francisco Castillo anotaba el 2-1 definitivo mediante lanzamiento penal.

Al día siguiente, El Llanquihue titulaba "Triunfazo" y en su crónica, el periodista Edmundo Johnson, quien viajó como enviado especial hasta Concepción, comentaba que "los porteños mataron a los leones de Collao". Toda la ciudad se alineaba detrás de los mariscales. Una cuota de esperanza en los duros tiempos de la dictadura y la recesión económica.

La oncena que entró al terreno de juego en aquella histórica jornada estuvo integrada por los siguientes futbolistas: Marcos Márquez; Emiliano Azócar, Juan Bustos, Bernardo Alarcón y Aldo Reyes; Francisco Castillo, Patricio Quiroz y Oscar Herrera; Guillermo Miranda, Alfonso Martínez y Jorge Cordero.

En Collao, hace 24 años, los delfines jugaron su primer partido. Hoy, al mediodía, jugarán el número mil contra Huachipato. Y en ese trayecto el club ha vivido múltiples vivencias. Estas son algunas de ellas.

Un bote, una pasión

Leonel Barría tenía 17 años y una gran ilusión: ser futbolista profesional. Por eso, cuando en 1984 lo ascendieron al plantel de Deportes Puerto Montt estaba dispuesto a realizar cualquier sacrificio con tal de cumplir su sueño. En realidad, cualquier sacrificio es poco para lo que este veloz delantero hacía para llegar a entrenar al estadio Chinquihue.

Barría vivía en la isla de Tenglo, por lo que todos los días agarraba su bote y cruzaba el canal para llegar al estadio remando. Incluso, en el verano a veces pasaba a nado, en lo que constituye toda una gesta en comparación a las tremendas comodidades que existen hoy.

"Era un esfuerzo de todos los días, aunque lo más difícil era cuando había temporal. Si bien nunca pasé un susto, era complicado, porque tenía su ciencia llegar cuando había viento norte. Primero había que remar apegado a la orilla de la isla y luego cruzar en diagonal hasta el estadio", rememora.

Era tan grande el esfuerzo de Barría que se transformó en el regalón del técnico Hernán Godoy. Sin ir más lejos, "Clavito" todavía se acuerda de Leonel a la hora de dar ejemplos de sacrificio a sus jugadores.

"No hace mucho, cuando él estaba en Wanderers, le hicieron una entrevista y ahí me mencionaba. Hubo una relación muy especial con él, porque fue uno de los primeros que descubrió que yo cruzaba remando o nadando para llegar al Chinquihue", confiesa.

Pero más allá de la anécdota y de la sacrificada forma en que llegaba a entrenar, Leonel Barría se hizo un nombre en el club debido a su excelente rendimiento y a su prolongada permanencia en el club. Estuvo en el plantel durante una década, desde 1984 hasta 1993, lo que lo convirtió en el tercer jugador con mayor cantidad de partidos jugados, siendo sólo superado por Nelson Villarroel y Oscar Rove.

Además, tiene un interesante récord de encuentros disputados de manera consecutiva: 54, lo que implica casi dos años de forma ininterrumpida. "Una suspensión por tarjetas amarillas terminó con esa racha".

Barría estaba tan identificado con los colores albiverdes, que su debut como profesional se produjo en el mismo estadio y frente al mismo rival que cuando se estrenó el club. "Debuté en 1986, frente a Deportes Concepción en Collao. Entré en el segundo tiempo y no me voy a olvidar de ese partido, porque de una patada el central de ellos me mandó a la pista de rekortán".

Muerte en las gradas

Lucinda Cabrera, más conocida como la tía Lucy, fue una activa dirigenta del club en sus primeros años de existencia. De hecho, en más de una ocasión alojaba y alimentaba a jóvenes futbolistas en su hogar.

Hasta tres y cuatro elementos llegó a tener en casa. Además, en más de una oportunidad el plantel completo comió en su local de Angelmó, porque ella siempre quería que sus "muchachos" estuvieran bien alimentados.

Generosa a más no poder en la vida diaria, la tía Lucy se transformaba en los días de partido y se convertía en una furibunda hincha que se hacía escuchar en las tribunas.

Era tal su pasión por Deportes Puerto Montt que dejó la vida en el Chinquihue. Literalmente hablando, ya que un gol del equipo le provocó un ataque al corazón. Al día siguiente falleció en el Hospital.

"No recuerdo si era el año 85 ó 86. Estábamos mal en la tabla y jugábamos contra Malleco. Era un partido apretado y en los minutos finales hice el gol del triunfo. Ganamos 1-0", relata Oscar Rove, otra de las figuras históricas del club.

Fue tanta la emoción por la conquista del volante, que el corazón de la tía Lucy no soportó la alegría. Y durante muchos años, a Rove lo cargaron con la responsabilidad de los hechos.

"Un día llegó la hija de la tía Lucy y dijo que me quería conocer. Me di cuenta que ella tenía rabia y que me culpaba de la muerte de su madre. Por suerte, con el tiempo lo fue entendiendo mejor. Yo lo único que hice fue hacer el gol, nada más".

Golpe en el clavo

Entre todos los técnicos que ha tenido Deportes Puerto Montt, uno de los más pintorescos fue, sin lugar a dudas, Hernán Godoy. El popular "Clavito" fue el segundo entrenador en sentarse en la banca del club, después de Sergio Navarro. Y además de hacer patente su particular estilo, dejó una historia monumental en 1984.

"Jugábamos un partido con Malleco en el Chinquihue. El equipo no estaba rindiendo y justo se produce un tiro libre a favor nuestro. Entonces, Hernán entró a la cancha, agarró de la camiseta a nuestro lateral izquierdo, Gerardo Acevedo, y le dio una cachetada ante la sorpresa de todo el público", recuerda José Segura, por entonces presidente del club.

La gracia es que la acción de "Clavito" tuvo frutos, porque Acevedo transformó en gol ese tiro libre y el equipo se impuso por 1-0.

Pero esa no fue la única gracia de Godoy. El mismo año, 1984, protagonizó un verdadero conflicto en Victoria.

"Hernán estaba castigado y estaba sentado junto a mí en la tribuna. En la banca estaba el doctor Domingo Martínez, quien recibía todas las instrucciones con un papelito para dárselas a los jugadores. Como era de esperar, la gente insultó a Godoy todo el encuentro. Le gritaban de todo. Nosotros ganamos por 2-1 y cuando terminó el partido, Hernán se dio vuelta y le hizo un "Pato Yáñez" a la gente. Nos llovieron las piedras y pasaron varias horas para que pudiéramos salir de Victoria", agregó Segura.

El clásico

El gran rival de Deportes Puerto Montt es Provincial Osorno. Y entre todos los clásicos protagonizados por ambos clubes, hay uno que los puertomontinos tienen grabado a fuego en la memoria. Para recordarlo hay que remontarse a la temporada 1988, cuando ambos equipos luchaban palmo a palmo por el ascenso.

Ante 8 mil espectadores en el Chinquihue, y con el arbitraje de Luis Mariano Peña, los toros ganaban por 2-0. El primer gol estaba claramente fuera de juego y el segundo había sido de penal, por lo que los ánimos del público porteño ya estaban caldeados. Sergio Casas se encargó de poner el 2-1 y entonces vino lo peor del árbitro, que anuló dos goles legítimos a Puerto Montt.

"Perdíamos 2-1, quedaban quince minutos, y Mauricio Soto anota el empate. Toda la gente celebraba, pero el juez anuló el gol. Instantes después, Sergio Casas convirtió otro tanto y Luis Mariano Peña lo volvió a anular. Ganó Osorno 2-1 y luego quedó la escoba", relata el concejal José Segura, quien vio como su colega dirigente Mario Meersohn cayó derribado por un piedrazo.

Con los hinchas enardecidos por el arbitraje, el equipo osornino estuvo 20 minutos en la cancha y el árbitro... una hora y cuarto. Llovían piedras y todo tipo de proyectiles. El partido terminó a las cinco de la tarde y eran las 8 y Peña todavía no podía salir del estadio.

"Fue tan grande el robo, que esa vez fue la única vez que he estado cerca de pegarle a alguien. Incluso, uno de los Carabineros que protegía al árbitro me dijo 'si no fuera paco, le pegaría un combo'".

Pero la mejor talla de esa jornada corrió por cuenta de Orlando Vásquez, funcionario del club y quien era el encargado de hablar por los altoparlantes. Cuando Osorno anotó el segundo gol, con voz seria y profunda, dijo: "Gol de Provincial Osorno, según el árbitro". Las risas todavía se escuchan.

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